ARQUITECTO DESCALZO, LEGORRETA

21/07/2012 - 12:00 am
Foto: Enrique Villaseñor/Foro Iberoamericano de Fotografía

Jorge Legorreta (1949- 2012) fue un arquitecto y urbanista, sin embargo también un estudioso del pueblo y su consumo. Al tiempo, un “guapachoso” y excelente conversador.

En sus textos expuso desde la expansión demográfica de la zona conurbada, el conflicto hidráulico del Distrito Federal hasta las artimañas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para la compra de votos.

Falleció el pasado 17 de julio en la ciudad de México a causa de un infarto cerebral. Es la misma urbe donde nació, vivió, pronosticó y desentrañó. Colegas, amigos y compañeros de farra lo evocan como un gran aportador a la cultura popular y coinciden en que su legado lo integran detalladas descripciones del hogar de los capitalinos y anécdotas, muchas anécdotas.

EL EXCELENTE CONVERSADOR

Nació el 4 de septiembre de 1949 en la ciudad de México y se convirtió en arquitecto en  la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Con una maestría en Sociología y un doctorado en Urbanismo por la Universidad Autónoma Metropolitana  fue catedrático en esa misma casa de estudios, así como en en el Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Legorreta no sólo era la imagen de la capital metropolitana, sino también un urbanista que degustaba  desde el pozole hasta el más fino vino, paseaba por La Condesa y Garibaldi como guía de una ciudad que conocía hasta sus entrañas.

El fotoperiodista Enrique Villaseñor abunda: “Como arquitecto era un gran conocedor de la ciudad, como persona era un arquitecto enamorado de la vida”.

Jorge legorreta, Calos Monsiváis, Iván Restrepo. Fuente: CONACULTA

Villaseñor conoció a Legorreta en la facultad de Arquitectura de la UNAM, y recuerda: “Siempre fue un vividor de la vida”. Juntos recorrieron una que otra cantina, salones de baile y calles del Centro Histórico. Se sentaban a platicar con una cerveza en la mano, aunque algunos dicen que era más afín al ron.

Legorreta encontraba el lado lúdico a la ciudad, “supo entrarle desde sus raíces: lo que la gente vive, no lo que la gente piensa que tiene que vivir”, refiere el reportero gráfico.

“Su sabiduría era de toda la experiencia de beber de la vida la miel”, señala Villaseñor. Y continúa: “Era como Chava Flores, Gabriel Vargas y Cri Cri, de los que sacan de la ciudad la información. Contaba historias de todo de manera maravillosa, con una sencillez y tranquilidad… sin tanta pose. Así era él”.

A sus aventuras de tertulias se les podía unir Salvador Torres. Un periodista que recorrió los antros de moda de los setenta. “Eran los tiempos del ron y la salsa, del glorioso Bar León del Centro Histórico, a donde acudíamos los viernes o sábados a disfrutar del baile y la buena música con grupos en vivo. En ese entonces éramos jóvenes, guapos, solteros e impetuosos, y nos divertíamos como enanos en los antros de la época, el King Kong, el África, el Salón Los Ángeles o El Margo”, recuerda el reportero.

Legorreta y Torres se conocieron cuando los dos trabajaban en la extinta Subsecretaría de Asentamiento Humanos y Obras Públicas (SAHOP), en la Dirección General de Equipamiento Urbano y Vivienda, que dirigía el arquitecto Francisco Covarrubias Gaytán, y coincidieron después en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología; ambas del gobierno federal.

Al principio eran sólo compañeros de trabajo, después se volvieron grandes amigos. Asistían a los antros; sobre todo al Bar León. Legorreta disfrutaba bailar, tocar los bongos y beber ron. “Le encantaban las cubas, la rumba y el danzón, y era un excelente bailarín. Tenía un gran gusto por la música, el baile y el cotorreo”, dice Torres.

Y coincide con él, el economista y articulista Iván Restrepo: “Fue un conocedor de la vida nocturna de la capital y de muchas otras ciudades, algunas veces se le veía en los escenarios echándose un “palomazo” con la orquesta –le gustaba tocar los bongos- o disfrutando en vivo la voz de Celia Cruz, Rubén Blades, Willy Colón o Daniel Santos”, detalla.

La relación con Iván Restrepo fue de profesionales y amigos. “A Legorreta lo conocí a finales de la década de los setenta. Él regresaba de su especialización en Planificación Urbana en la ex República Democrática Alemana, y comenzamos a trabajar juntos en proyectos de planificación urbana para el IPN, la UNAM y el gobierno del Ayuntamiento de la Ciudad de México”, refiere.

ANTE LA PIEL DE LA CIUDAD

Foto: Enrique Villaseñor/Foro Iberoamericano de Fotografía

Legorreta “fue un pionero en el estudio del crecimiento de las áreas urbanas periféricas, en analizar las formas de organización y los mecanismos que hacen posible que miles de familias levanten sus viviendas sin el apoyo gubernamental ni de las instancias financieras privadas o públicas. En mostrarnos los liderazgos e intereses políticos y económicos que facilitan esa urbanización, que muchas veces va de la mano de la invasión de tierras agrícolas y de reserva ecológica”, narra su amigo y colaborador Iván Restrepo.

Como autor, Legorreta publicó “Proceso de Urbanización en Ciudades Petroleras”, “Autoconstrucción de Vivienda en México”, “Transporte y Contaminación en la Ciudad de México”, “Impactos Ambientales del Crecimiento Urbano”, “El Agua en la Ciudad de México”, “Ciudad de México a Debate” y “Ríos y Manantiales del Valle de México”, entre otros títulos. Patricia Montaño, su viuda, informó que dejó preparados un par de libros con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Legorreta sostenía que los más grandes desarrolladores de vivienda en México, no son las constructoras ni los programas sociales del gobierno, sino los pobres. Restrepo y Legorreta vieron hace cinco décadas que esa situación se reproduciría en Tijuana, Guadalajara, Monterrey, Puebla y otras urbes. “No hay vinculación presente y el panorama en estos tiempos es el mismo”, exclama el economista.

Una previsión que tuvo Legorreta fue que para el año 2005 se registraría un número aproximado de 25 a 30 millones de personas en la cuenca de México y llegaría a lugares que para ese entonces –en los setenta y ochenta- no eran contemplados como parte de la ciudad, como lo son Nezahualcóyotl, Ecatepec, Chalco.

Foto: Enrique Villaseñor/Foro Iberoamericano de Fotografía

Restrepo expresa que la falta de interés del gobierno hacia un desarrollo sostenible del Valle de México provocó el panorama que ahora vivimos. “Somos testigos de cómo la ciudad se está ahogando entre los automóviles, las deficientes rutas de transporte público y el mutismo gubernamental”.

En los setenta, tanto para Restrepo como para Legorreta, el transporte público en la Ciudad de México debía ser prioridad. “Las ciudades crecen hacia todos lados. La solución a los problemas de las ciudades llegará cuando la autoridades se interesen en optimizar el transporte público. En ciudades como Berlín, Londres Nueva York o Tokio el transporte es una prioridad. Se debe analizar el problema con la verdadera dimensión para proponer una solución con alcances óptimos y aumentar la productividad de la población reduciendo el tiempo de traslado que mejoraría en gran parte la calidad de vida de los ciudadanos”.

El problema hidráulico de la ciudad de México fue otro tema que tuvo en común con Legorreta. “¿Cómo es posible que los 1000 milímetros de agua anuales que caen en la cuenca no sean usados y que se gasten grandes cantidades de dinero en abastecer a la ciudad –como en el caso del Cutzamala- y más aún que los lodos, resultado del uso de los habitantes no tenga un tratamiento? –cuestiona. Y entonces, lanza una expresión sobre el urbanista: “El gran cosmopolita, que había aprendido  en Europa nuevas técnicas, tenía sus propuestas”.

“¿Cómo es posible –continúa Restrepo- que en otras ciudades los ríos sean parte integral de las urbes y en México estén entubados para crear caminos pavimentados. Al día de hoy los 42 de los 45 ríos que existían en el Valle de México sólo son un recuerdo y los demás están entubados, las consecuencias las vemos en las inundaciones que siempre son un problema para la capital”, reseña a Restrepo sobre las ideas del urbanista.  A decir del economista,  Legorreta tenía un amplio panorama de la planeación urbana, contemplaba que la ciudad podía rescatar sus ríos. Decía que era una incongruencia que la Cuenca de México, con su abundancia en cuerpos de agua y su promedio de precipitación anual, tuviera problemas de desabasto y escasez del líquido.

Legorreta –dice Restrepo- reveló la forma de operar del PRI para hacerse de votos en las áreas marginadas a cambio de regularizar terrenos invadidos. Y cómo toda esa operación creó cacicazgos en el Distrito Federal y en los municipios conurbados. Cacicazgos que van de la mano de funcionarios corruptos o con aspiraciones políticas y son fuente de enriquecimiento a costa de los que tienen necesidad de contar con una vivienda.

NO TODO FUE BUENA VIDA

Con Salvador Torres, Legorreta vivió los movimientos sociales de los setenta y no todo era buena vida y baile. Ambos estudiaron en la UNAM en la misma época, pero en facultades diferentes. “La trayectoria del urbanista era de un “arquitecto descalzo. Incorruptible. Él no era de los que acaparaban inmuebles”, dice el sociólogo.

Fueron compañeros en el Frente Democrático Nacional, coalición izquierdista contra el PRI durante la elección presidencial de 1988 donde Cuauhtémoc Cárdenas compitió contra Carlos Salinas de Gortari y un fallo en el sistema de cómputo le dio el triunfo al candidato priista. “Él siempre estuvo pegado a la política, pero del “autogol”, de los que estaban en contra”, indica Salvador.

Vecino de la Hipódromo Condesa-Roma, recuerda que uno de los proyectos del urbanista consistía en hacer subterráneo el paso donde hoy está la fuente de Cibeles para desconcentrar el tránsito vehicular en la zona. Pero no todas sus ideas eran bien recibidas entre los vecinos, quienes llegaron a protestar frente a su casa, cuando aún vivía en el edificio Basurto.

Edificio Basurto

Como analistas en la SAHOP, conocieron todas las ciudades. Con sueldo de burócratas, lograban comer en restaurantes  caros. “Cuando su status se lo permitió, le gustaba gozar de la buena vida. Pero nunca fue un derrochador”, señala Torres sobre el arquitecto.

 

LOBOHOMBO: UN TROPIEZO; EL EXILIO


Jorge Legorreta se desenvolvió como delegado en Cuauhtémoc de 1997 a 2000 cuando el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas fue electo Jefe de Gobierno del Distrito Federal. 

En ese entonces era imposible comunicarse con él, señala Salvador Torres, y durante este tiempo nos separamos. Dejó el cargo en el 2000. Tras su salida de la delegación, ocurrió la tragedia del bar Lobohombo,  en octubre del 2000. Este siniestro, que dejó 19 muertes, fue para muchos la evidencia de que el gobierno perredista en el Distrito Federal era incapaz de resolver varios problemas añejos de la Ciudad de México: inseguridad, transporte, ambulantaje, contaminación y los giros negros.

Hasta la fecha, Torres duda que Legorreta haya dado el permiso para el centro nocturno, pues confía en que era un hombre honesto. Le cuesta trabajo creer que el urbanista se prestara a la corrupción. “Él ha pasado por el pantano, pero no se ha quemado”, asegura. “Sólo que no pudo con un sistema tan viciado y corrupto”, señala.

De 2002 a 2004, fue investido como agregado cultural en Egipto. Cuando regresó continuó con su legado popular e instaló una agencia de viajes en la que organizaba tours por la ciudad. La ruta del recorrido Roma-Condesa-Hipódromo que casi siempre desembocaba en Garibaldi. “A Jorge lo podías encontrar donde quiera, andaba aquí y allá, en el sur del país, de Tabasco a Puerto Progreso. En Tamaulipas o Sinaloa, Tijuana. Siempre viajando, estudiando a fondo, tratando de entender con números, planos, estadísticas, siempre cerca de los constructores del pueblo”, describe el articulista Iván Restrepo sobre los recorridos de Legorreta en su búsqueda constante de explorar nuevos lugares.

Jorge también fue articulista y conductor de los programas “Ciudad de Ciudades”, de Canal 11, y “Para Descubrir la Ciudad”, para radio.

Hay dos imágenes nítidas de Legorreta: el especialista en la urbe, el maestro respetado y la del divulgador de la cultura urbana y popular, el conocedor de la ciudad y sus sitios.

 

Ariadna Ortega / Daniel Retana
en Sinembargo al Aire

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